Muchos os preguntaréis de qué estoy hablando. Yo no sabía nada de ella hasta hace un par de semanas, cuando me incorporé a mi nuevo empleo. Sin embargo, resulta que es una de las empresas de fabricación de guitarras más antigua de España.
Quizás a los más apasionados de la música les venga algún nombre a la mente. No era mi caso.
Pues bien, esta mañana me he acercado con algunos compañeros hasta su fábrica. Unos 8000 m2 de instalaciones, unos mil grados -es lo que tiene hacer estas cosas en pleno julio-, una veintena de trabajadores y un millón de olores. Olores a maderas desconocidas de las zonas más exóticas del Globo, maderas en proceso de secado, maderas serradas, maderas barnizadas. Un millón de olores y cada uno diferente.
Teo, lutier de profesión y nuestro guía personal, siente la fábrica como suya. "Han sido años malos, pero de aquí en adelante va a ir todo mucho mejor, vamos a trabajar duro todos juntos", nos explicaba conteniendo las emociones.
La crisis y antes de la crisis la fabricación a gran escala, la búsqueda de abaratar un producto que no merece ser abaratado, las modas musicales... Este sector se ha visto vapuleado y junto a él sus empleados. Han sido años duros, exacto, pero sus guitarras siguen manteniendo esa esencia tan flamencona, tan española, tan nuestra. Sus manos y las de los suyos manipulan, no, acarician las maderas, las tocan con un erotismo casi sonrojante, para hacer de ellas instrumentos de una belleza indescritible.
(Continúa después de la foto)

Han sido años complicados, sí, pero ya está. Empieza una nueva etapa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario