Vivimos
en un mundo cada vez menos humano, pero por suerte a veces somos testigos de
historias muy humanas. Tan humanas que no deberían enternecernos y sin embargo
lo hacen.
Ayer
llegó un email a la oficina de un lector del principal periódico del grupo en
el que estoy trabajando ahora. No se trata de un hecho aislado ni mucho menos.
Todos los días los recibimos. Pero el de ayer era especial.
El
remitente nos contaba que era un fiel comprador del diario, todos los días se
hace con un ejemplar y termina entreteniéndose con su crucigrama. Pues bien,
este querido lector se quejaba de que uno de estos últimos días no había podido
comprar el periódico y por ese motivo no tenía el resultado del crucigrama del
día anterior. Necesitaba ese ejemplar, necesitaba completar su crucigrama.
La
compañera que leyó el mail no pudo por menos que leérnoslo en voz alta. Todos
comentamos lo entrañable de la cuestión. Es más, tanto enterneció a los
presentes que el asunto del mail ha llegado a traspasar los muros de la
oficina, ha llegado a oídos de nuestros grupos de amigos y familiares. Y todas
las reacciones son iguales: todo el mundo quiere que este adorable lector
reciba su periódico perdido.
Llegado
este punto, habrá quienes penséis que somos un poco sensibleros de más (o
gilipollas, como prefieras), o que estamos demasiado aburridos y este tipo de
cosas son las que nos alegran los días de trabajo. Puede ser la primera opción,
quizás lo sea la segunda, o pueden ser ambas –también puede no ser ninguna-.
Pero lo cierto es que esta pequeña historia ha conseguido sacar nuestro lado
más humano, recordar que disfrutar de los pequeños placeres es algo que está al
alcance de todos pero muy pocos lo hacemos.
Este
tipo de ‘microrelato’ ha hecho que por un momento olvide los temas frustrantes
de los que suelo hablar en este blog. Ha logrado que deje de lado el hater que hay en mí. Ha hecho que me
siente a escribir con una sonrisa. Y eso no es algo que pase a menudo.
Así
que, querido lector frustrado, desde aquí haremos todo lo que esté en nuestra
mano para que puedas terminar tu crucigrama, sobre todo porque gracias a tu
historia nuestro lunes fue mucho más humano.