lunes, 24 de marzo de 2014

Suárez, alzheimer y la mujer más increíble del mundo

Adolfo Suárez murió ayer.

Carrillo, Fraga... se están marchando todos.

Sin embargo el caso de Suárez es más triste, mucho más triste.

Una de las figuras más importantes de la historia más reciente de España se muere con 81 años, pero hace ya unos cuantos que dejó de ser él. Adolfo Suárez padecía una terrible (y temible, si me lo permitís) enfermedad: el alzheimer.

Suárez murió ayer y yo no puedo sacarme a mi abuela de la cabeza. 

Es cierto que desde que ella nos dejó a nosotros, raro es el día que no viene a mi cabeza una anécdota de esa gran mujer (la que, por cierto, si algún día soy madre de una niña le dará su nombre: Florencia). Sin embargo, cuando Flor murió tampoco se acordaba de que había sido una mujer extraordinaria, adelantada a su tiempo y sobre todo luchadora.

Mi abuela no sólo fue espectacular por sacar adelante a siete hijos sola, enviudó muy pronto. Mi abuela gestionaba su casa, ayudaba a sus vecinos, enterró a dos hijos y nos cuidó y quiso a todos.

Sin embargo murió sin saberlo. 

Todo empezó de una forma cómica. Por ejemplo, no recordaba cómo había preparar las morcillas, cuando nunca he probado unas mejores en el mundo entero. Tampoco tenía claro la hora en la que tenía que empezar a preparar la cena, siempre nerviosa por ello.

Pero pronto fue a peor. Dejó de conocer a sus hijos, y a algunos de sus nietos nos confundía con ellos. Empezó a sufrir de verdad, y nadie podíamos hacer nada, ni siquiera mi madre y mis tías que la acompañaron día y noche hasta que los vagos recuerdos de su pasado se diluyeron completamente dejando sólo confusión y amargura en su cabeza (y yagas en sus piernas).

La muerte de Suárez es triste porque ya no hay políticos tan honestos. Pero desde mi punto de vista, desde mi vivencia personal, es más triste porque hace años olvidó quien era... incluso "su amigo el Rey", como cuentan en forma de anécdota muchos medios.

Este post se lo dedico a su memoria, esa que perdió tan pronto, y a la de mi abuela, aunque ella siempre decía que el presidente más guapo fue Felipe. Gracias Suárez por hacer que todo un país se enorgullezca de un político y gracias abuela, por ser la mujer más increíble del mundo.

martes, 18 de marzo de 2014

Las bestias urbanas de Madrid

Llevo ya varios días con esta sensación. No consigo describirla.... Veamos... es así como alegría o satisfacción.

Camino por la calle con una sonrisa, pero no soy la única, mucha gente tiene la misma "dolencia" que yo (soy muy observadora, y estas cosas se saben). Lo que nos pasa es que estamos enamorados, enamorados de Madrid. Pero no es sólo eso, sino que encima, y por suerte, es la ciudad en la que nos ha tocado vivir.

La llegada del sol, aunque sea algo temporal, ha arrastrado a todos los madrileños a la calle (y en el término madrileño incluyo a todo aquel que siente lo que yo siento). Ha conseguido que engrasemos las bicicletas y busquemos en el armario las camisetas de manga corta y las gafas de sol.

Las terrazas y los parques están llenos de gente feliz, rebosante de ganas de disfrutar, de ver y dejarse ver.

Durante los meses de invierno es fácil dudar de las razones que nos llevan a muchos a permanecer en esta ciudad, pero justo es esta época, cuando el buen tiempo vuelve, cuando recordamos lo que hacemos aquí: VIVIR.

Madrid tiene muchas cosas, malas y buenas. Puedes amarla u odiarla, pero esta ciudad no deja indiferente, y después de casi nueve años aquí, no podía por menos que recordar mi posición: yo soy de las que la amo. Aunque a veces la odio (como todos ;))

No sé el tiempo que seguiré en ella, tampoco me importa probar otros lugares en los que vivir (de hecho es uno de mis hobbies), pero lo cierto es que en pocos lugares del mundo me he sentido tan parte de una ciudad, de este ente vivo del que formamos parte todos aquellos que lo amamos y lo odiamos.

Hoy me he levantado y por fin he entendido qué me pasaba últimamente, pues es sólo eso, que me encanta ser parte de la jungla urbana que existe en Madrid, una bestia urbana.