domingo, 19 de mayo de 2019

Una mujer nunca será una inútil

Solo quedan unas semanas, unos pocos días para que nuestro hijo salga de mi cuerpo. Han pasado muchos meses, pocos para gestar a un ser tan complejo como es el humano, pero demasiados para la persona que tiene que llevarle dentro.

No han sido días fáciles, y eso que no he tenido grandes complicaciones físicas. Pero si algo tengo claro después de casi un embarazo completo es que estar 'preñada' no es bonito ni agradable ni tiene nada de mágico.

Más allá de las limitaciones del día a día a las que se enfrenta la madre gestante (alimentación, actividad física -maldito suelo pélvico-, prohibiciones...) los cambios corporales, más evidentes y dolorosos en los últimos meses, son demasiado duros.

Con esto no quiero decir que no valga la pena, querer un hijo y crearlo vale la pena. Escribo esto porque creo que es importante desmitificar este proceso tan natural y a la vez tan desconocido.

En las últimas semanas siento un cansancio irremediable. En un momento estoy bien y minutos más tarde me siento como si una apisonadora hubiera pasado sobre mi cuerpo. Supongo que habrá quien conviva con el cansancio en su vida normal, no es mi caso y por eso no sé gestionar todo esto que me está sucediendo.

Ayer, tras un episodio de estos, le comenté a mi pareja entre lágrimas que me sentía demasiado inútil, sin poder hacer planes de ocio convencionales, durmiendo más de 10 horas al día, cansada de no saber qué beber en los bares... Su respuesta me hizo reflexionar: "Cariño, esto que estás haciendo nunca lo va a poder hacer un hombre, eres increíble."

Justamente, horas después charlando con una amiga en su casa, le decía que no me asusta el parto, pero siento que es lo más salvaje que voy a hacer en mi vida.

No creo que la maternidad sea una asignatura obligatoria para una mujer. Es más, siento que es tan duro todo el proceso y lo que vendrá que me sorprende que aún sigamos teniendo ganas. Sin embargo, me enfada profundamente sentirme así, inútil, cuando lo que estoy haciendo es brutal.

En estos meses he tenido que enfrentarme a un despido antes de terminar el periodo de prueba, lo que me dejó sin paro después de más de seis años cotizados. Me vi buscando trabajos no cualificados para conseguir mi ayuda por desempleo y la consiguiente baja por maternidad -sin paro no tienes derecho a baja, claro-. Finalmente ese tema se resolvió, gracias a grandes personas que aún quedan en el mundo empresarial. Sin embargo, me he visto llevando mi cuerpo al límite. Siendo responsable de que un estado continuado de nervios, estar demasiadas horas sin comer o a pie quieto no eran la mejor opción para el pequeño que crecía dentro de mí. Pero eso es lo que me tocó.

Por eso sigo flipando con, a pesar de un entorno tan sumamente hostil para una mujer independiente y profesional, que decidamos ser madres. Ni yo misma me entiendo.

En cualquier caso, tras más de un año sin escribir, por fin he tenido energía para hacerlo. Con un bebé de más de 3 kilos en mi vientre y mil batallas ganadas en los últimos meses. Ninguna mujer es ni será nunca una inútil, porque lamentablemente, seguimos teniéndolo todo mucho más difícil y, no solo eso, sino que tenemos la mayor responsabilidad de todas.

viernes, 27 de abril de 2018

Justicia machista

El 8m fue un grito conjunto de las mujeres españolas en contra de un sistema que nos trata de manera distinta al hombre. Fue un basta ya emocionante y emocionado. Fue el inicio de una lucha que no va a cesar, ni si quiera ante golpes tan duros como el de ayer.

Este jueves 26 de abril de 2018, la justicia española (representada en varios hombres, claro), ha considerado que la violación de la Manada en los Sanfermines de 2016 a una mujer que no alcanzaba la veintena no fue tal. No. Fue abuso sexual.

Según nuestra justicia, la diferencia entre una violación y un abuso sexual es la violencia e intimidación. En otras palabras, si te fuerzan a tener sexo pero no te dan un bofetón es abuso, si no es violación. 

Pero, yo me pregunto, ¿no es intimidatorio que cinco hombres de más de 80 kilos de peso cada uno te rodeen de noche junto a un portal, te 'inviten' a entrar y te desnuden? Señores jueces: si esta mujer ha denunciado es porque no consintió, porque ultrajaron su intimidad de la peor forma que se puede hacer, porque la sometieron a una terrible vejación... pero, lo más importante, denunció porque sigue viva.

Estoy tan triste y dolida con esta situación... me parece tan injusta... que no sé ni cómo ordenar todo lo que quiero decir. Pero lo cierto es que creo que todas las que ayer nos manifestamos en distintos puntos de España estamos unidas por una determinación: si la justicia no nos apoya, empezaremos a hacer justicia por nuestra cuenta.

Con esta entrada solo quiero dejar constancia de que ya no voy/vamos a tolerar más.

Invito a todas las que lo lean a que lo piensen. Si ellos, los machistas, creen que siguen estando por encima de nosotras se equivocan. Vamos a armarnos. Aprendamos a defendernos, ataquemos al atacante y apoyemos a las que nos rodean para que hagan lo mismo. Si ellos no quieren ponerse a nuestro nivel, seremos nosotras quienes nos pongamos al suyo, pero eso, señores, es la guerra.

Creo que en unos días me habrá bajado el calentón y piense: "Menuda memez que escribiste". Pero lo cierto es que cada día me doy más cuenta de lo difícil que es que los hombres bajen de su trono. Aunque, queridas, bajarán. Claro que bajarán. Porque sin nosotras nada funciona y nos están apretando tanto que vamos a explotar de verdad.

Basta ya de poner el foco en la víctima. Basta ya de tratarnos como si fuéramos niñas a las que tutelar. Basta ya de intimidarnos por las calles. Basta ya.

Solo me queda decir a la mujer violada por esa panda de machistas malnacidos: no estás sola y nosotras lucharemos para que se te haga justicia.


jueves, 16 de noviembre de 2017

Ira

Se está celebrando el juicio por la violación grupal a una chica en las fiestas de San Fermín en 2016 y solo puedo sentir ira. Una ira profunda cada vez más irrefrenable. Eso es lo único que siento cada vez que enciendo la tele o la radio para escuchar las noticias.

Los cinco hombres, presuntos violadores -porque hasta que no se demuestre que son unos malnacidos son simplemente presuntos-, han conseguido que el delito por el que se les juzga a ellos se convierta en la condena de la víctima. Menos mal que, por lo menos, no ha trascendido el aspecto de la muchacha…

¿Cómo es posible que se admita como prueba que la chica siguió, o al menos lo intentó, -porque solo alguien que ha padecido una violación puede saber cómo se siente la mujer- con su vida? ¿Acaso una víctima tiene que seguir martirizándose después del calvario al que ha sido sometida?

Además, claro que sí, lo que trasciende es que ella no dijo ‘no’. Estaba en shock, pero no dijo ‘no quiero que me violéis’. Como no lo dijo, todo vale. Porque, como siempre, la responsabilidad última de lo que nos pasa como mujeres es nuestra. Ya lo dice la campaña de prevención de consumo de alcohol en la adolescencia.

Para quién no sepa de qué le hablo, hay una campaña nacional en la que se evidencia la problemática del consumo de alcohol en menores. Hay de chicos y chicas. Uno de los que hacen alusión a las féminas dice algo así: “El abuso de alcohol en menores está relacionado con relaciones sexuales sin protección. Pero claro, tu hija seguro que no bebe”. Claro que sí, porque los embarazos y las enfermedades también son cosas de las mujeres.

Habrá quien diga que soy una exagerada, pero siempre que se hacen este tipo de campañas se obvia la responsabilidad del hombre. Es más, si ellos fueran corresponsables en cualquier tipo de relación con las mujeres, nada de esto pasaría.

¿Acaso es habitual que una mujer acceda a una relación grupal así? Pues cada una hará lo que quiera, pero no creo que sea la norma como para que el hombre no se cerciore al 100% de que la chica quiere. Porque no es lo de siempre. En este punto he de decir que esa certeza debería existir siempre, pero en este caso concreto clama al cielo.  

Aun así, seguimos fijándonos en la víctima. Igual que aquella a quien el novio mató a tiros. No hizo lo suficiente para protegerse, porque el Estado no tenía más que hacer, pero ella sí.

Es lo de siempre, por eso, si hay un aborto, la mala es la mujer, porque el embarazo parece que se produce por esporas.

Pero sigamos haciendo anuncios de juguetes en los que las niñas se pintan los labios con chocolate mientras los niños se disfrazan de vampiro. Sigamos vistiendo distinto a niños y niñas, aunque claramente los pantalones sean lo más cómodo. Sigamos haciendo agujeros en las orejas según nacen las niñas, porque si no quien la vea no va a saber que lo es. Y sigamos diciéndoles a ellas que tengan cuidado y a ellos que hagan lo que quieran.

No soy una exagerada, simplemente me da rabia ver cómo he crecido yo misma y pensar que si tengo una hija voy a tener que luchar contra viento y marea para que entienda que tiene los mismos derechos y deberes que los hombres y, lo que es más importante, que su palabra es igual de importante.


Quiero que las mujeres seamos iguales a los hombres y, aunque haya quien diga lo contrario, todavía nos queda un largo camino… 

viernes, 25 de agosto de 2017

Soy mujer, sufro pero me adapto

La tinta del machismo sigue tan profunda en la piel de las mujeres, incluso de mi generación, que me hierve la sangre cada vez que escucho a alguien decir que el feminismo es una moda y que somos todas unas 'feminazis' -cuando los nazis, entre otras cosas, exterminaron a millones de personas, en fin...-.

Hace unos meses escuché al elenco de la serie Las chicas del cable que ellas "no son ni machistas ni feministas". Esto es como decir que no son ni de izquierdas ni de derechas. Ni frío ni calor. En otras palabras, les resbala el asunto y tratan de quedar bien a toda costa.

En ese momento no estaba yo con ganas de verbalizar mi rechazo hacia estas declaraciones, pero siempre terminan volviendo a mi mente -es lo que tiene que sean famosas y monísimas, que salen hasta en la sopa- . Así que este es un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo.

Señoras y señores, hoy, como siempre, sigue siendo fundamental que las mujeres y los hombres sean feministas. Hoy, las mujeres seguimos siendo educadas para, entre otras cosas, cuidar del de al lado, para estar a las duras y a las maduras y, sobre todo, adaptarnos.

Ese es uno de los grandes males de nuestra sociedad.

Ayer charlaba con una amiga. Ambas nos dimos cuenta de que no hay ni una sola mujer en nuestro entorno que no haya estado en una relación tóxica -para ser justas, creo que mencionamos a un par, pero son la excepción-.

Hablando de este tema nos dimos cuenta de que al final, igual que pasa en la famosa novela 50 Sombras de Grey, el cuento es el de siempre: mujer que acepta y asume lo que sea con tal de salvar y acompañar al hombre amado. Lo que sea. Que hay que dar pasta para vicios, se da, pobre, yo le iré ayudando a salir de eso. Que hay que acceder a un modelo de relación concreto, claro que sí, de eso se trata, de ser modernas -aunque aún no sepamos qué significa-... todo ello siempre acompañado de nuestro sufrimiento, pero no del del otro. Nosotras estamos hechas para sufrir y son ellos quienes tienen que ser protegidos -y esto no es solo aplicable en relaciones de pareja, nos pasa con amigos, familia...-.

¿Pero qué pasa si nos viene de serie? O peor, ¿si nos viene de serie y ni lo sabemos?

Este tema es muy espinoso, porque estamos más perdidas que pulpos en garajes. Resulta que nos sale natural y nos pasa a todas, pero al final nosotras somos las responsables de que nos pase lo que sea. Ellos no, los otros no. Nunca. Aunque tengan actitudes abusivas, porque en el fondo, somos lo suficientemente listas, independientes, libres y maduras para plantar cara a todo eso.

Creo que todas aprendemos de nuestras experiencias, mal que nos pese, pero sigue siendo nuestra labor. Y esto se extrapola a tantas cosas en el día a día que asusta. Como, sin ir más lejos, los malos tratos. Seguimos dejando en manos de la mujer toda la responsabilidad. Pero no es un tema en el que quiera entrar, al menos no hoy.

Lo peor, y creo que es el punto central de la cuestión, es que muchas veces no sabemos ni qué es lo que queremos, y nos dejamos llevar por lo que nuestros entornos opinan, para proteger a todo el mundo, para cuidar todo a nuestro alrededor. A menudo nos enfrentamos a deseos que se contraponen, no entendemos nada y nos aterra tomar decisiones. ¿Acaso es malo que me apetezca estar con mi pareja siempre que pueda? O, al contrario, ¿que quiera tener mi tiempo para mí? ¿Es malo que no quiera pasar mis fines de semana en familia? O, al contrario, ¿no soy moderna y libre si mi familia lo es todo? ¿Soy una anticuada si no me acuesto con él esta noche? ¿Qué pensará de mí si le propongo que venga a casa en la primera cita?

Da igual, si sufrimos, que lo hacemos, siempre es cosa nuestra. Hagamos lo que hagamos, siempre podríamos haberlo hecho de otra forma. Pero esto, queridas y queridos, es algo que solo -o casi- nos pasa a las mujeres.

Creo que esta realidad debe tenerse en cuenta. Hombres y mujeres. Todos y todas. Sin un compromiso de todas las partes, es imposible cambiar nada. Yo asumo mis taras en este sentido, me miro y cada día me conozco más, pero sin la aceptación y el apoyo de los demás no conseguiré dejarlas de lado. Tú tampoco.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Día de la mujer, porque sí que hace falta

Hoy, 8 de marzo, es el día de la mujer, o el día de la mujer trabajadora, me da igual, el caso es que es el día en que todo el mundo se detiene un segundo a valorar cómo está el asunto en tema de igualdad. Es el día en que se hace recuento de las asesinadas por violencia machista, de cuán elevada es la brecha salarial, de cuánta publicidad promueve el ideal de belleza más absurdo. Hoy es el día.

Por eso hoy también tengo que escribir. Escribo porque estoy cansada de tener que defender, tanto ante hombres como mujeres, que nuestra sociedad es machista. Nosotras y ellos.

Ellos lo son siempre, nosotras casi siempre.

Un hombre nace y crece sabiendo que puede comprar el cuerpo de una mujer, que puede llegar donde quiera en su trabajo, que alguna mujer le dará atenciones o mimos, que su opinión va a ser valorada y, sobre todo, que su libido, sus infidelidades, sus 'a esa también me la follé' son todas innatas y símbolo de una buena salud como macho.

Por el otro lado, las mujeres crecemos aprendiendo a limpiar la casa, a empatizar y proteger a quién nos crucemos, a cuidar bebés, a cocinar con las cuatro cosas que hay en la nevera. Aprendemos que nada es suficiente, que siempre tenemos que trabajar más que cualquiera para tener un mínimo reconocimiento, que no podemos ser 'muy frescas' porque ningún hombre nos va a tomar en serio para formar una familia, que ningún momento es bueno para tener hijos, porque nos va a bloquear nuestro desarrollo profesional. Nos hacemos mayores enfrentándonos cara a cara con el suplicio de las tallas absurdas de las marcas de moda, depilándonos incesantemente porque 'qué asco da una mujer con pelos en las axilas', ocultando nuestras batallas internas relacionadas con unos cambios hormonales que no podemos controlar, sabiendo que con falda corta y tacón alto todo va a ser más fácil, y mucho más si sonreímos ante cualquier piropo por denigrante u obsceno que sea.

Lo peor de todo es que crecemos viéndolos a ellos como superiores y a ellas como rivales. Somos implacables las unas con las otras, somos nuestras peores críticas y nos despedazamos sin pestañear. Esta sociedad, en la que el pene es el centro de todo, ha conseguido que no nos unamos para empoderarnos, sino que nos ha enseñado a alejarnos unas de otras, y ese es nuestro mayor problema, que somos incapaces de cuidar de nosotras. Somos las primeras que ponemos en tela de juicio las acciones o las decisiones de otras mujeres.

Por eso hoy, 8 de marzo, yo felicito a todas las mujeres que viven encerradas en una jaula sin saberlo, a aquellas que saben que están y quieren salir y, sobre todo, a esas que antes de salir ellas se empeñan en ayudar a otras a que lo hagan.

Feliz día de la mujer.