viernes, 19 de septiembre de 2014

Libertad, esa gran responsabilidad

Esta mañana saltaba a las portadas de los diarios que la chica de 20 años que fue supuestamente violada en la Feria de Málaga ha declarado que no fue así, que fue consentido, pero que decidió tomar ese camino por miedo a que los chicos movieran el vídeo que se le había grabado. INCREIBLE.

Este tipo de cosas me indignan y mucho.

Por un lado, no paro de ver comentarios de gente que mantiene que lo que vivió la chavala fue abuso porque ellos eran muchos y tenían que haber sido -desde su punto de vista- más caballerosos y no haber hecho eso. Pues bien, queridos amigos que pensáis así, no estoy de acuerdo. Ella es libre. Libre para follarse a uno, dos o 20 a la vez si es lo que quiere hacer, y eso no le convierte ni en mejor ni en peor persona. Es una decisión como la del que decide llegar virgen al matrimonio -en este país deberíamos pensar menos en lo que los demás hacen bajo sus sábanas... en fin...-.

Pero lo más grave es que esa chica, disponiendo de dicha libertad, no fuera responsable de ella. No es una niña, es una adulta, de esas que pueden votar igual que tú o yo. Ella eligió ser libre y utilizar ese poder, pero se arrepintió tarde y decidió tomar el camino fácil: quitarse el muerto de encima cargándoselo a otros, los chavales y la sociedad al completo.

Se ha hablado mucho de la no-justicia que viven muchas mujeres en este país tras sufrir abusos sexuales. Hasta hemos tenido que aguantar que algunas caras públicas pusieran en entre dicho la palabra de las mujeres que denuncian este tipo de delito -no voy a citarle porque no quiero dar más publicidad a ese impresentable-.

Este tipo de acciones son las que, para muchos, avalan ciertos comentarios. Y precisamente por este tipo de malas acciones muchas mujeres tendrán miedo a denunciar, porque sabrán que sobre ellas planeará la sombra de la duda y que serán juzgadas. Por esta falta de responsabilidad, muchos agresores se justificarán diciendo "ella quería, yo no la forcé". Y no puede ser. No más. No en la sociedad en la que vivo.

Estoy cansada de que la gente utilice la libertad sexual de muchas mujeres como arma arrojadiza para excusar innumerables gestos y acciones, incluso delitos cometidos hacia ellas.

Esta chica fue valiente al poner en práctica una fantasía -o una práctica habitual de su vida, que no lo sé, ni me importa-, pero no lo suficiente como para evaluar los riesgos y asumir las consecuencias, como que ese vídeo se grabara y empezara a circular -por lo que sería, a ojos de muchos, un 'putón' más-.  Pero es que resulta que la libertad es eso, una gran responsabilidad.

martes, 2 de septiembre de 2014

Viajar sin viajar

No hay nada como viajar, pero si no tienes muchas ocasiones para hacerlo... ¿Por qué no traer el turismo a tu casa?Yo ya lo hago y tiene un nombre: couchsurfing.

Mi experiencia empezó cuando era yo la trotamundos, allá por 2008, al decidir mudarme un año a Buenos Aires. Tratando de buscar apartamentos para compartir con gente de allí, y estar al margen de los españoles que me fuera topando, descubrí una comunidad online llamada Couchsurfing. Ésta consiste en un grupo de gente de todos los lugares del globo que ofrecen alojamiento gratis (o hacer de guía, echar una mano en los trámites, etc.) con la certeza de que otra persona hará lo mismo por ellos cuando lo necesiten en cualquier otro lugar del mundo.

De entrada me pareció una idea increible -e inquietante, seamos sinceros, pero me van las emociones fuertes...-. Así que me di de alta, generé un perfil y empecé a hablar con porteños y porteñas explicándoles mis planes a corto plazo.

La verdad es que entonces no me quedé en casa de nadie, pero conocí a dos de los que más tarde se convirtieron en mis mejores amigos allí. Entonces sólo buscaba locales para conocer las ciudades que visitaba o a las que directamente me iba a vivir. Más tarde me lancé a alojarme con desconocidos y ahora soy yo la que hago de guía o acojo a gente de todo el mundo que pasa por Madrid.

Ayer recibí a una viajera -empedernida, por lo poco que ya sé de ella- de Alemania que va a convertirse en madrileña por unos meses. Mientras busca casa se queda conmigo. Llegó con bombones y un montón de historias de viajes. Yo la recibí con una gran sonrisa, un montón de preguntas y aún más anécdotas que contar. 

Estas visitas se han convertido en un soplo de aire fresco dentro de la rutina. Es una forma de acercarte a otros lugares del mundo a través de su gente; es convertirte en guiri por unas horas en tu propia ciudad; en definitiva, es viajar sin viajar, aunque haciendo amigos por todo el mundo y abriendo la puerta a futuros viajes.

¿Quién ha dicho que viajar sea caro?