miércoles, 19 de octubre de 2016

Un día que empieza muy mal

Mi día comienza mal, muy mal. Es miércoles, curro hasta la noche y la app del tiempo de mi iPhone dice que es nuboso pero no dice ni mu de la lluvia.

Pillo moto y salgo con relativa calma. La moto me pone en el trabajo en cosa de 15 minutos... Pero no, sorpresa, la app del tiempo mentía y llueve como no ha llovido en meses. Dudo. ¿Sigo o guardo el caballo? Bueno, parece que va a ser cosa de poco. ¡Error! Parece que veo a Hugo diciéndome "te lo dije".

Pero soy tozuda, me pongo un chubasquerillo de los chinos y sigo. Sigo hasta darme cuenta de que no tiene sentido, son las 8,50, estoy empapada y tengo por delante demasiadas horas de curro como para estar mojada.

Me vuelvo a casa. Juro en arameo, inglés y alemán -na, me cago en todo pero en español, que es como mejor se me da-, llamo a mi jefa para informar de mi retraso, me cambio de pantalón y agarro un libro que hace tiempo ronda mi mesilla. Me lo prestó mi hermana, pero estaba tan inmersa con la saga de la Fundación de Asimov que no había tenido ocasión de empezarlo.

Llego al metro. Sigo enfadada, o peor, cada vez más enfadada. ¡Qué mierda de inicio de jornada!

Leo uno de los relatos que aparecen pegados por los vagones de Metro de Madrid. Hablan de amor y pasión, de mañanas en las que el desayuno es el compañero o compañera. Me relajo y decido empezar a leer. 'Memento Mori' reza la portada. Pienso en mi hermana "léelo, te va a gustar, estoy segura", dijo en su día. Abro la primera página y aparece un mapa esquemático de Valladolid. ¿Valladolid? Eso parece. El autor es un muchacho de la ciudad donde nací.

Así que empiezo por el prólogo y me gusta. Michael Robinson dice algo en él que me evoca a un pasado no muy lejano. "Escribir bien es harto complicado, inalcanzable para muchos me atrevería a decir". Esa sentencia me libra del enfado de un plumazo y me devuelve al yo de hace un año, al yo de hoy, al yo. 

Saco el móvil y en las notas comienzo este post. Llevo tiempo pensando en tatuarme la palabra 'escribe' bien visible, para recordármelo cada día, para insistirme. Escribir me ha llevado a conseguir mi trabajo y escribir me ha ayudado a crecer, a conocerme y, sobre todo, a darme a conocer.

Hace no mucho alguien me comentaba lo mucho que había cambiado mi vida en poco más de un año. Justo entonces estaba tratando de escribir la que habría sido mi primera novela. Eso no sucedió, pero pasaron muchas otras cosas. Quizás un día lo haga. ¡Quién sabe! Por lo pronto debo seguir insistiéndome en escribir, al fin y al cabo es una de las cosas que me hacen ser quien soy.

Este es mi propósito de la vuelta a la rutina. Espero cumplirlo.