viernes, 23 de octubre de 2015

Psicoanálisis de mí misma

Hace semanas que peleo con las ideas preconcebidas de mí sobre mí misma. Sí, lucho con y contra mi yo real, el de verdad, la esencia ha encontrado un hueco para salir de lo más profundo del baúl, después de años y años echando basura encima, poniendo capas y capas de trastos viejos pero que me he negado a tirar y sin embargo, tampoco había vuelto a destapar.

Ha llegado ese momento y no está siendo nada fácil.

La pregunta fundamental, esa a la que he llegado tras horas de reflexiones, es la siguiente: "¿Quién soy en realidad?" O dicho de otra forma, "¿soy lo que soy o lo que creo que debo ser?"

Vivimos en un mundo en el que la mujer -hablo de lo que conozco, lo siento por el resto- tiene que ser un todo. Tiene que ser la mejor profesional, la mejor amante, madre, hermana, pareja, tía, amiga, colega... Y todo eso lo tiene que hacer bien y, entre tanto, cuidar su cuerpo, cultivar su mente y seguir las últimas series del momento. Eso, claro, si eres una mujer libre, independiente, moderna y autosuficiente.

Yo soy todo eso. ¿Lo soy o trato de serlo? ¿Trato de serlo porque quiero serlo o porque creo que es lo que debo ser?

Llevo años formándome, viajando, trabajando, conduciendo, conociendo gente, leyendo, viendo películas, haciendo punto, cocinando, yendo al gimnasio y así una lista innumerable de cosas que he convertido en hábitos de los que es muy difícil deshacerse.

Muchas de las cosas que he hecho ha sido porque he querido, he sido libre para elegir no hacerlas y las he hecho. No me arrepiento, ¿pero que haya hecho algo me convierte en ello? ¿Que haya disfrutado de viajar sola me convierte en una viajera solitaria? No lo creo.

Cuando leo mi diario de cuando tenía 15 años me doy cuenta de que he llegado a donde quería llegar. Bueno, menos a lo de trabajar como periodista. Pero, por ejemplo, ahora que no trabajo en un medio me siento más realizada que nunca. ¿Es eso malo? ¿Me he conformado? No quiero pensar eso, quiero creer que no deseaba tanto ser periodista y no pasa nada. No tiene nada de malo. No me convierte en peor persona ni, mucho menos, peor mujer.

Llevo años proyectando una yo que no es 100% real. Lo es en parte. Me chifla viajar, pero no quiero vivir en otro sitio, al menos no si no es por obligación. Me gusta mucho leer, pero me chiflan las novelas facilonas -sí, qué pasa, yo me leo los premios Planeta-. Me gusta el cine, pero las pelis 'culturetas' me suelen dejar mal cuerpo.

Soy parte de lo que he sido y he ido desarrollando con los años. Pero no sólo soy eso. También soy egoista, soy indecisa, soy poco juerguista y, entre otras cosas, soy dependiente. Dependo de mi familia, aunque ellos a veces no lo crean, dependo de mis amigos, aunque me haga la superwoman, dependo de mi pareja, sí, lo tengo en cuenta en mi día a día.

Nada de esto me convierte en menos mujer. Simplemente me hace más compleja. Soy libre, libre para elegir, por tanto ¿no es ya hora de que empiece a elegir lo que mi yo más profundo quiere? Ya soy lo que creía que tenía que ser, ahora tengo que ser yo misma.