jueves, 23 de mayo de 2013

Prohibir, prohibir y prohibir. ¿Será el divorcio lo siguiente?

Alguien me preguntó hace algunos días si no pensaba seguir escribiendo en el blog. ¡El blog! Se me había olvidado totalmente… Parece que el trabajo ya me permite desquitarme de las ganas de escribir. Aunque, lo cierto es que no he necesitado ni 10 segundos para conseguir una idea. El aborto.

Muchos pensareis que dar tanto la vara con el tema de la reforma de la ley del aborto es solo una cortina de humo del gobierno para que no nos acordemos del paro, los impuestos, los bancos, los desahucios… (así podría seguir un rato largo, pero no es el tema). Sin embargo, aunque así fuera, es muy lamentable que se plantee eliminar derechos sólo porque la mala gestión está arruinando a la clase política y, especialmente al Ejecutivo.

Sí, puede que a muchos les pese, pero el aborto es un derecho. Ningún científico ha conseguido demostrar en qué momento un feto es un ser humano, no sabemos si es en el segundo uno o en la semana 22. Este argumento que esgrimen todos los autodenominados "provida" no es válido. No se puede legislar por la fe de algunos cuantos. Es más, no se puede imponer la fe.

Sería maravilloso vivir en un mundo en que todos somos lo suficientemente perfectos como para no cometer errores, pero no es así. Hay embarazos no deseados todos los días. Permitir el aborto sólo asegura permite a las mujeres decidir si quieren o no ser madres, independientemente del imprevisto surgido.

Yo no creo que sea "bueno" que una mujer aborte pasado un plazo (Empar Pineda me comentó en una entrevista que para ella no se debería abortar cuando el feto puede sobrevivir fuera del cuerpo de la madre, me parece sensato). Pero tampoco creo que ninguna mujer pueda se obligada a ser madre. Ser mujer no es sinónimo de ser madre.

La realidad es que el aborto existe y prohibir no es la solución. Abortar es tomar una decisión complicada en algunos casos (en la mayoría, me atrevería a decir). No es un plato de gusto para ninguna. Por eso no entiendo la necesidad de algunos de limitar ese derecho adquirido con los años por la mujer; como si todas fuéramos asesinas en potencia a las que hay que atar corto.

Es como si de golpe y porrazo algún genio propone eliminar el divorcio porque el matrimonio "es sagrado" y no debe romperse. ¿A que nadie se lo ha planteado? O prohibir los preservativos, porque las relaciones sexuales sólo deben estar orientadas a procrear. O beber alcohol porque en algunas religiones está, digámoslo así, desaconsejado.

No se puede legislar con la religión en la mano, sino con el raciocinio. Prohibir nunca ha sido la solución. Pasa lo mismo con las drogas, el hecho de que no sean legales no significa que haya que cerrar los centros de ayuda a drogodependientes.

Nuestra sociedad debe ser lo suficiente madura y responsable para superar la hipocresía. Ocultar las realidades sólo las acentúan. ¡No retrocedamos!