martes, 18 de marzo de 2014

Las bestias urbanas de Madrid

Llevo ya varios días con esta sensación. No consigo describirla.... Veamos... es así como alegría o satisfacción.

Camino por la calle con una sonrisa, pero no soy la única, mucha gente tiene la misma "dolencia" que yo (soy muy observadora, y estas cosas se saben). Lo que nos pasa es que estamos enamorados, enamorados de Madrid. Pero no es sólo eso, sino que encima, y por suerte, es la ciudad en la que nos ha tocado vivir.

La llegada del sol, aunque sea algo temporal, ha arrastrado a todos los madrileños a la calle (y en el término madrileño incluyo a todo aquel que siente lo que yo siento). Ha conseguido que engrasemos las bicicletas y busquemos en el armario las camisetas de manga corta y las gafas de sol.

Las terrazas y los parques están llenos de gente feliz, rebosante de ganas de disfrutar, de ver y dejarse ver.

Durante los meses de invierno es fácil dudar de las razones que nos llevan a muchos a permanecer en esta ciudad, pero justo es esta época, cuando el buen tiempo vuelve, cuando recordamos lo que hacemos aquí: VIVIR.

Madrid tiene muchas cosas, malas y buenas. Puedes amarla u odiarla, pero esta ciudad no deja indiferente, y después de casi nueve años aquí, no podía por menos que recordar mi posición: yo soy de las que la amo. Aunque a veces la odio (como todos ;))

No sé el tiempo que seguiré en ella, tampoco me importa probar otros lugares en los que vivir (de hecho es uno de mis hobbies), pero lo cierto es que en pocos lugares del mundo me he sentido tan parte de una ciudad, de este ente vivo del que formamos parte todos aquellos que lo amamos y lo odiamos.

Hoy me he levantado y por fin he entendido qué me pasaba últimamente, pues es sólo eso, que me encanta ser parte de la jungla urbana que existe en Madrid, una bestia urbana.

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