jueves, 10 de febrero de 2011

Señor X


Ayer me pasó una cosa muy curiosa.
Pasando mis tardes de parada, en esta ocasión, estoy ayudando a unos amigos a organizar un evento a favor de Wikileaks y el soldado estadounidense que filtró unos videos, Bradley Manning. Dicho acto tendrá lugar en el Centro Cultural Autogestionado Tabacalera, en Lavapies, Madrid.
Pues bien, estas últimas jornadas las he dedicado a hacer chapas (ya sabéis, hay que vender algo más que cerveza para sacar dinerito…).
Entre “círculillos” de metal, papeles y plásticos, charlando tranquilamente con mis compañeros, se acercó un hombre-señor-caballero. Como no me parece muy oportuno escribir su nombre ya que no le he informado de la existencia de este blog, le llamaré “Señor X”. Así que Señor X se acercó a nosotros interesado por el evento y la razón de las chapas.
En pocos minutos estábamos todos enzarzados en distintas discusiones sobre actualidad, sociedad, trabajo y amor (creo que esto último no, pero me parece que cierra muy bien la frase).
Hablando, hablando, Señor X y yo terminamos discurriendo sobre nuestras andanzas por distintos lugares del mundo, ya que él también había vivido en Buenos Aires. Ambos viajeros, él con gran parte del camino andado y yo nada más salir de meta.
Tras varias discusiones, cada vez más apasionadas, mi “cabreo” con el mundo tuvo que salir. El paro, el paro de los periodistas. Pero no es el paro lo que más me cabrea, sino que cada día que pasa, en lugar de achicarme me crezco, porque lo sé, sé que soy y llegaré a ser aun más  una gran profesional.
Señor X me miró, relajado, como solo una persona que ha dedicado toda una vida a ser, eso mismo, persona, puede hacer, y me dijo, “para empezar solo necesitas que te abran una puerta”. Yo repliqué, “¡justamente eso es lo que no consigo, una puerta, pero ni una puerta  ni una ventana ni un agujerillo en la pared, nada!”. Así que me dijo, “las grandes personas al final reciben lo que merecen, yo no sé si podré ayudarte, pero al menos lo voy a intentar, voy a intentar que se abra una puerta para ti”, y me dio un contacto.
No sé si esa puerta se abrirá, pero lo que ayer me quedó claro es que cada día, cada paso, cada decisión no es en vano. Este tipo de cosas hacen reafirmarme en la idea de que las cosas pasan por alguna razón.
Quizás esto no queda en nada más que la razón para escribir un nuevo post, pero lo que ayer consiguió Señor X merece ser transcrito para la posteridad, porque gracias a ese gesto hoy yo me siento especial.
Pero es que no os olvidéis nunca, soy especial.

1 comentario:

  1. Las puertas, a veces sabes donde están, a veces te las enseñan, te acompañan a través de ellas, otras veces solo te las indican, o te dan una pista sobre su ubicación, algunas hay que desvelarlas debajo de disfraces o pistas falsas, puede que directamente tengas que cojer una maza y construirla...

    Sin embargo, lo importante es cruzarla, y una vez has traspasado el umbral de la primera, al levantar lentamente la vista, te das cuenta que estás en un pasillo llenos de ellas, y lo realmente dificil, es saber cual elegir sin saber lo que hay al otro lado.

    Como bien dices todo ocurre por una razón, pero hay que buscarla en uno mismo, porque quien eleva la vista para encontrar en otra parte las causas de lo que acontece, pierde la perspectiva de la realidad, de que en verdad, son nuestros actos y decisiones los que tejen la red en la que nos movemos.

    Que importante es no quedarse quieto, porque basta una decisión, correcta o no, importante o no, para que la cadena de acontecimientos y consecuencais se ponga inexorablemente en marcha.

    Cada persona que asume esto, que decubre que realmente siempre tiene elección, que cada situación que vive es consecuencia de sus actos y elecciones, y a la vez, precursora de nuevos hechos y realidades, en ese momento descubre la verdadera libertad.

    Todas las personas que son capaces de distinguir su esencia y que vivien de acuerdo a sus convicciones siendo conscientes de ello, son especiales.

    Si, eres especial.

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